Por: Argenis Díaz / A: Alfredo Sánchez

Las arpas antiguas eran de muchos estilos y formas, y un número variable de cuerdas. El kinnóhr (kinor, arpa) era un instrumento portátil y relativamente ligero, hecho de madera de algum, nombre con el que se designa, posiblemente, el sándalo rojo, tal vez de la India, un tipo de madera dura y fina, de color marrón rojizo que al pulirla adquiere mucho brillo y es recomendada para la confección de estos instrumentos. Es posible que sus cuerdas (de 7 a 9, según algunos entendidos) se hicieran del intestino delgado (tripa) de la oveja, aunque también se usaron fibras vegetales hiladas para el mismo fin.
En cuanto a la importancia del arpa en la historia bíblica, se puede decir que formaba parte de la orquesta del templo de Salomón junto con los címbalos, la trompeta y otros instrumentos de cuerdas. Otro personaje bíblico identificado con la música instrumental es David, pastor, músico, poeta, soldado, profeta y rey de Israel. Diestro tocador del arpa, David compuso más de 73 salmos de alabanza, de divina inspiración.

El arpa también se menciona en otros contextos. Por ejemplo, en una profecía en relación a la antigua ciudad de Tiro, dice el profeta Isaías: “Toma un arpa, da la vuelta por la ciudad, oh prostituta olvidada. Esmérate en tocar las cuerdas; haz muchas tus canciones, para que seas recordada”.
Siglos después, en la Europa medieval también se utilizaron arpas pequeñas y ligeras, con unas 7 a 25 cuerdas aparentemente de metal, y una tabla estrecha y plana. En torno al año 1500 E. C. se empezaron a utilizar cuerdas de tripa y apareció una forma más alta con columna recta que podían soportar mayor tensión. Esta arpa, llamada gótica, se considera el antecedente de las arpas folclóricas de Iberooamérica y de las arpas modernas de orquesta. Así se llegó, a lo largo de un extenso período histórico, que hunde sus raíces en el relato bíblico, a nuestra arpa criolla, soporte sonoro (con ligeras diferencias) tanto del joropo llanero como de nuestra música central.